VP27: VOL-TECH-HOUSE
LA MUSICA DE LA CASA
Alguien le pone un nombre acertado y ya tenemos un nuevo género musical. El nombre funciona por que responde a una realidad, la define, la aclara y a partir de entonces todo el mundo lo utiliza para referirse a ese género musical. Sucedió con la música de baile electrónica desde un buen principio.
El house era la música de la "casa". Era música cocinada en casa para distinguirla de la música comercial, de la música que imponían las compañías discográficas. Claro que la música house también significaba "tipo de música que suena en el Warehouse".
Alguien le pone un nombre acertado y ya tenemos un nuevo género musical. El nombre funciona por que responde a una realidad, la define, la aclara y a partir de entonces todo el mundo lo utiliza para referirse a ese género musical. Sucedió con la música de baile electrónica desde un buen principio.
El house era la música de la "casa". Era música cocinada en casa para distinguirla de la música comercial, de la música que imponían las compañías discográficas. Claro que la música house también significaba "tipo de música que suena en el Warehouse".
La música "house" era música casera, producida por jóvenes seguidores de Frankie Knuckles y Ron Hardy, productores y djs creadores del género que pinchaban la creciente producción de sus discípulos.
Era música compuesta en el dormitorio de casa convertido en improvisado estudio. Música casera producida con juguetes electrónicos, sintetizadores y cajas de ritmos. El “house” era la nueva música disco, hecha con aparatos electrónicos baratos, o al menos suficientemente baratos como para que los pudieran comprar y utilizar jóvenes productores aficionados.
Era música "de la casa", y era la música que sonaba en el Warehouse de Chicago. Así es que a nadie puede extrañar que aquel concepto del "house" se impusiera con naturalidad.
El "house" había sido nombrado, había nacido como idea, y a partir de entonces sería reconocido por todo el mundo e identificado con la vanguardia de la música de baile. Era la vanguardia pero también era la venganza de la música disco que se revelaba contra la represión de la música troncal (mainstream), el rock, que había intentado liquidarla cinco años antes. La música troncal era acústica, discursiva y apenas orgiástica y se reconocía en el paradigma del rock.
DISCO SUCKS
Tras el fulgurante éxito de la película/álbum "Saturday Night Fever" (1977) que vendió 30 millones de copias, la música disco acabó en una resaca fenomenal, en una campaña de difamación. La reacción antidisco fue, cuando menos, seguida con complacencia por las grandes compañías discográficas. Se puso de moda el eslogan "disco sucks" (la música disco me la chupa).
Aquella música de baile lo tenía todo en contra: se consideraba superficial, artificiosa e inauténtica pues estaba hecha con máquinas y técnicas de estudio que devaluaban a cantantes y músicos. Además era afro, hortera y andrógina. En dos palabras, la música disco era negra y maricona. A John Travolta le costó caro haber protagonizado a Tony Manero, el rey de la disco Odisea en Saturday Night Fever, desterrado durante más de dos décadas hasta que Tarantino le rescató para su irreverente Pulp Fiction.
http://www.youtube.com/watch?v=_5fzOul5GbA&search=mancuso
Fue en Chicago donde la histeria antidisco llegó al extremo de organizar una “Disco Demolition Night”. El dj Steve Dahl y el promotor de baseball Mike Veeck organizaron la quema de miles de vinilos de música disco en el intermedio del partido del jueves 12 de julio de 1979. El alboroto fue tal, que el encuentro fue suspendido por peleas y hogueras en el terreno de juego y las gradas.
http://www.youtube.com/watch?v=T9BWytvylfo&search=Disco%20Sucks
Así estaban las cosas a principios de los 80s, en plena resaca antidisco. Así es que no es de extrañar que Nuckles y Ron Hardy se buscaran la vida para animar sus sedientas pistas de baile. Si las discográficas no eran capaces de facilitarles música disco de nueva hornada por que la música disco ya no estaba de moda, ellos tuvieron que hacer sus apaños caseros, y con aparatos electrónicos y a base de "cortar" y "pegar" cintas magnetofónicas, tal era la tecnología de los primeros ochenta, se montaron sus bucles a base de reeditar y remezclar, distorsionando con efectos electrónicos, rellenando con graves líneas de bajo y cajas de ritmos, acelerando las revoluciones, y todo ello para conseguir una música disco casera y resultona, capaz de propulsar la pista de baile. Esa música de la casa era la música "house". Y tanto gustaba aquella revuelta de bailes orgiásticos, aquel pataleo contra la tiranía de las discográficas y su imposición de música sobria y discursiva, que el estilo “house” salió como un vendaval del afterhours negro y gay en el que había nacido, el Warehouse, y se extendió por las salas que le tomaron el relevo, Music Box donde pinchaba Hardy y Power Plant donde continuó Knuckes.
Era música compuesta en el dormitorio de casa convertido en improvisado estudio. Música casera producida con juguetes electrónicos, sintetizadores y cajas de ritmos. El “house” era la nueva música disco, hecha con aparatos electrónicos baratos, o al menos suficientemente baratos como para que los pudieran comprar y utilizar jóvenes productores aficionados.
Era música "de la casa", y era la música que sonaba en el Warehouse de Chicago. Así es que a nadie puede extrañar que aquel concepto del "house" se impusiera con naturalidad.
El "house" había sido nombrado, había nacido como idea, y a partir de entonces sería reconocido por todo el mundo e identificado con la vanguardia de la música de baile. Era la vanguardia pero también era la venganza de la música disco que se revelaba contra la represión de la música troncal (mainstream), el rock, que había intentado liquidarla cinco años antes. La música troncal era acústica, discursiva y apenas orgiástica y se reconocía en el paradigma del rock.
DISCO SUCKS
Tras el fulgurante éxito de la película/álbum "Saturday Night Fever" (1977) que vendió 30 millones de copias, la música disco acabó en una resaca fenomenal, en una campaña de difamación. La reacción antidisco fue, cuando menos, seguida con complacencia por las grandes compañías discográficas. Se puso de moda el eslogan "disco sucks" (la música disco me la chupa).
Aquella música de baile lo tenía todo en contra: se consideraba superficial, artificiosa e inauténtica pues estaba hecha con máquinas y técnicas de estudio que devaluaban a cantantes y músicos. Además era afro, hortera y andrógina. En dos palabras, la música disco era negra y maricona. A John Travolta le costó caro haber protagonizado a Tony Manero, el rey de la disco Odisea en Saturday Night Fever, desterrado durante más de dos décadas hasta que Tarantino le rescató para su irreverente Pulp Fiction.
http://www.youtube.com/watch?v=_5fzOul5GbA&search=mancuso
Fue en Chicago donde la histeria antidisco llegó al extremo de organizar una “Disco Demolition Night”. El dj Steve Dahl y el promotor de baseball Mike Veeck organizaron la quema de miles de vinilos de música disco en el intermedio del partido del jueves 12 de julio de 1979. El alboroto fue tal, que el encuentro fue suspendido por peleas y hogueras en el terreno de juego y las gradas.
http://www.youtube.com/watch?v=T9BWytvylfo&search=Disco%20Sucks
Así estaban las cosas a principios de los 80s, en plena resaca antidisco. Así es que no es de extrañar que Nuckles y Ron Hardy se buscaran la vida para animar sus sedientas pistas de baile. Si las discográficas no eran capaces de facilitarles música disco de nueva hornada por que la música disco ya no estaba de moda, ellos tuvieron que hacer sus apaños caseros, y con aparatos electrónicos y a base de "cortar" y "pegar" cintas magnetofónicas, tal era la tecnología de los primeros ochenta, se montaron sus bucles a base de reeditar y remezclar, distorsionando con efectos electrónicos, rellenando con graves líneas de bajo y cajas de ritmos, acelerando las revoluciones, y todo ello para conseguir una música disco casera y resultona, capaz de propulsar la pista de baile. Esa música de la casa era la música "house". Y tanto gustaba aquella revuelta de bailes orgiásticos, aquel pataleo contra la tiranía de las discográficas y su imposición de música sobria y discursiva, que el estilo “house” salió como un vendaval del afterhours negro y gay en el que había nacido, el Warehouse, y se extendió por las salas que le tomaron el relevo, Music Box donde pinchaba Hardy y Power Plant donde continuó Knuckes.
http://www.youtube.com/watch?v=QRyetKzxWAw&search=Frankie%20Knuckles
Los clubes de Chicago que querían dar testimonio de estar a la última, de estar en la revuelta contra las discográficas, ponían aunque fuera escrito a mano con rotulador de punta gruesa: "tenemos música de la casa", "gotta have house", igual que los buenos restaurantes atraen a su clientela anotando en la pizarra el menú de la casa para distinguirlo de la comida industrial de las grandes cadenas de la hamburguesa y el pollo frito.
Y así nació el house como concepto. Música de la casa, música independiente, música que se revelaba contra los dictados de las grandes compañías discográficas.
DEL TECNOPOP AL TECHNO
El concepto clarifica pero también simplifica. La historia del concepto "techno" nació de forma menos espontánea. Los tres mosqueteros del estilo house de Detroit, Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson, producían y colocaban su música de baile electrónica en la vecina y superclubera ciudad de Chicago.
Entusiastas de las posibilidades tecnológicas de las nuevas máquinas para la síntesis musical, alejados del explosivo ambiente de Chicago, estaban dando forma a una modalidad de house con personalidad propia, donde se prescindía de los platillos y donde el ritmo predominaba sobre la melodía, y los efectos electrónicos se llevaban al extremo que la tecnología permitía en cada momento. En Detroit, a quinientos kilómetros del epicentro house de Chicago de mediados de los 80s, aquellos productores podían tomárselo con más calma. Escuchaban lo que venía de Europa y lo fusionaban con el funk psiquedélico y electrónico autóctono. Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderon eran tres jóvenes negros de clase media que vivían en un barrio residencial blanco llamado Belleville.
Eran los “príncipes de Belleville”, barrio pudiente a salvo de la crisis de la industria del automóvil que asolaba Detroit, la próspera y feliz Motown de tiempos pasados. Y también vivían alejados de las turbulencias lujuriosas de Chicago. Allí en sus residencias podían dar forma a su música “de la casa”. Viajaban con frecuencia a Chicago para entregarle sus producciones al Ron Hardy para que las probara en su club de house, el mítico Music Box.
En el 1988, coincidiendo con la explosión del acid house en Europa, el house daba muestras de agotamiento en su ciudad de origen; Chicago. Las autoridades estatales y municipales pretendían darle el tiro de gracia a aquella cultura local que tanto éxito estaba teniendo en el viejo continente. Con represivas leyes antiafter cerraron los clubs más vanguardistas y emblemáticos y dejaron en el paro a buena parte de productores y djs de música "de la casa".
Aquel año de euforia housera en el Reino Unido, Virgin iba a publicar el recopilatorio “The House Sound Of Detroit” y su promotor, consciente de que aquello sonaba diferente y buscando el bombazo publicitario, le pidió a Juan Atkins una definición que distinguiera aquella música de Detroit de la música house de Chicago.
A Juan Atkins no se le ocurrió otra cosa que decir que ellos hacían “techno”. Y es que el término “tecno”, abreviatura de “tecnopop”, ya se había utilizado en el continente europeo en la década de los 80s para definir a lo que ahora se conoce como synth pop, pop hecho con sintetizadores de grupos como Visage, Human League y Eurythmics, pop electrónico que nació diez años antes con los pioneros Kraftwerk.
http://www.youtube.com/watch?v=D3ya7j7Faho&search=Eurythmics
Eran esos grupos, precisamente los que habían inspirado a aquellos jóvenes productores de Detroit. Esos grupos y el electrofunk psicodélico y gamberro de George Clinton y Funkadelic/Parliament habían sido la inspiración de los “príncipes de Belleville”.
http://www.youtube.com/watch?v=8Ujs-2DJILc&search=mothership
Los clubes de Chicago que querían dar testimonio de estar a la última, de estar en la revuelta contra las discográficas, ponían aunque fuera escrito a mano con rotulador de punta gruesa: "tenemos música de la casa", "gotta have house", igual que los buenos restaurantes atraen a su clientela anotando en la pizarra el menú de la casa para distinguirlo de la comida industrial de las grandes cadenas de la hamburguesa y el pollo frito.
Y así nació el house como concepto. Música de la casa, música independiente, música que se revelaba contra los dictados de las grandes compañías discográficas.
DEL TECNOPOP AL TECHNO
El concepto clarifica pero también simplifica. La historia del concepto "techno" nació de forma menos espontánea. Los tres mosqueteros del estilo house de Detroit, Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson, producían y colocaban su música de baile electrónica en la vecina y superclubera ciudad de Chicago.
Entusiastas de las posibilidades tecnológicas de las nuevas máquinas para la síntesis musical, alejados del explosivo ambiente de Chicago, estaban dando forma a una modalidad de house con personalidad propia, donde se prescindía de los platillos y donde el ritmo predominaba sobre la melodía, y los efectos electrónicos se llevaban al extremo que la tecnología permitía en cada momento. En Detroit, a quinientos kilómetros del epicentro house de Chicago de mediados de los 80s, aquellos productores podían tomárselo con más calma. Escuchaban lo que venía de Europa y lo fusionaban con el funk psiquedélico y electrónico autóctono. Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderon eran tres jóvenes negros de clase media que vivían en un barrio residencial blanco llamado Belleville.
Eran los “príncipes de Belleville”, barrio pudiente a salvo de la crisis de la industria del automóvil que asolaba Detroit, la próspera y feliz Motown de tiempos pasados. Y también vivían alejados de las turbulencias lujuriosas de Chicago. Allí en sus residencias podían dar forma a su música “de la casa”. Viajaban con frecuencia a Chicago para entregarle sus producciones al Ron Hardy para que las probara en su club de house, el mítico Music Box.
En el 1988, coincidiendo con la explosión del acid house en Europa, el house daba muestras de agotamiento en su ciudad de origen; Chicago. Las autoridades estatales y municipales pretendían darle el tiro de gracia a aquella cultura local que tanto éxito estaba teniendo en el viejo continente. Con represivas leyes antiafter cerraron los clubs más vanguardistas y emblemáticos y dejaron en el paro a buena parte de productores y djs de música "de la casa".
Aquel año de euforia housera en el Reino Unido, Virgin iba a publicar el recopilatorio “The House Sound Of Detroit” y su promotor, consciente de que aquello sonaba diferente y buscando el bombazo publicitario, le pidió a Juan Atkins una definición que distinguiera aquella música de Detroit de la música house de Chicago.
A Juan Atkins no se le ocurrió otra cosa que decir que ellos hacían “techno”. Y es que el término “tecno”, abreviatura de “tecnopop”, ya se había utilizado en el continente europeo en la década de los 80s para definir a lo que ahora se conoce como synth pop, pop hecho con sintetizadores de grupos como Visage, Human League y Eurythmics, pop electrónico que nació diez años antes con los pioneros Kraftwerk.
http://www.youtube.com/watch?v=D3ya7j7Faho&search=Eurythmics
Eran esos grupos, precisamente los que habían inspirado a aquellos jóvenes productores de Detroit. Esos grupos y el electrofunk psicodélico y gamberro de George Clinton y Funkadelic/Parliament habían sido la inspiración de los “príncipes de Belleville”.
http://www.youtube.com/watch?v=8Ujs-2DJILc&search=mothership
A Derrick May no le gustó el término techno, pero el house de Detroit ya estaba bautizado y santificado.
http://www.youtube.com/watch?v=yt3QvoF8eK4&search=Derrick%20May
De entonces a ahora ha llovido mucho, pero no tanto como para borrar los profundos surcos que los conceptos house y techno han dejado en nuestros cerebros. Y seguimos calificando a la música electrónica de baile actual como techno o house. O con el ambiguo comodín “techhouse”.
Y aunque seguimos inventando nuevos conceptos, nuevas etiquetas, éstas no han tenido la fuerza de las originales. Por que la música que ahora se hace todavía no ha roto aquel molde.
Voltech sigue aquella senda. Para quien no lo conozca, esta verbena de Sant Joan tiene una muestra en la VP27 en la sala Mephisto de Barcelona. Retomando el ambiente experimental y orgiástico de aquellos clubes pioneros de las ciudades del medio oeste americano, aquellas fiestas que marcaron la senda a seguir por los siglos de los siglos, amen.
http://www.youtube.com/watch?v=snR7dgTXqRk&search=voltechparty
http://www.youtube.com/watch?v=yt3QvoF8eK4&search=Derrick%20May
De entonces a ahora ha llovido mucho, pero no tanto como para borrar los profundos surcos que los conceptos house y techno han dejado en nuestros cerebros. Y seguimos calificando a la música electrónica de baile actual como techno o house. O con el ambiguo comodín “techhouse”.
Y aunque seguimos inventando nuevos conceptos, nuevas etiquetas, éstas no han tenido la fuerza de las originales. Por que la música que ahora se hace todavía no ha roto aquel molde.
Voltech sigue aquella senda. Para quien no lo conozca, esta verbena de Sant Joan tiene una muestra en la VP27 en la sala Mephisto de Barcelona. Retomando el ambiente experimental y orgiástico de aquellos clubes pioneros de las ciudades del medio oeste americano, aquellas fiestas que marcaron la senda a seguir por los siglos de los siglos, amen.